-A los caballos-exclamó Ananda, arrastrando al aturdido Siddharta.-¿Puedes montar?-
Siddharta asintió. Los dos jóvenes estaban empapados en sudor. Se montaron en sus caballos y regresaron junto a sus compañeros. Ananda tenia los brazos y las piernas ensangrentados, lo mismo que Siddharta.
El puente se había derrumbado por completo. Al otro lado quedaba el resto del destacamento de los josalas, que todavía superaban en número a los sakyas. Las tropas sakyas empezaron a avanzar hacia la meseta, donde el rey Prasenajit de josala reorganizaba a sus tropas para la lucha cuerpo a cuerpo.
Siddharta ordeno a su destacamento de arqueros que dispararan contra las fuerzas josalas mientras seguían avanzando.
Al ver un saliente en la roca cubierto de nieve, Siddharta llamo al jefe de los arqueros, un hombre alto como una torre. El soldado, cumpliendo las órdenes de su príncipe, disparo una flecha contra la masa de nieve.
Al oír el estruendo del alud, Ananda alzo la vista aterrado.
Los josalas echaron a correr despavoridos, tropezando y chocando sin orden ni concierto. Temían morir sepultados por el alud de nieve. Siddharta oyó a Prasenajit gritar a su hijo:-Basta de estrategias! Debemos atacarlos con las armas que nos queden.-
Siddharta y Suddhodana observaron a los josalas mientras estos atacaban a sus soldados.
-Que podemos hacer?-pregunto Suddhodana a Siddharta.
-Ordena a los soldados que emprendan la retirada.-
-Estas loco?-
-Es nuestra única oportunidad de escapar con vida.-respondió Siddharta.-Debemos atravesar el río.-
El rey ordeno a sus soldados que retrocedieran. Los soldados obedecieron al rey, sin dejar que la muerte de sus camaradas los afectara. De repente, el rey se detuvo y exclamo:-Deteneos! Colocaos en fila a la orilla del río. Los josalas montaran los peces en lugar de los elefantes.-
Los soldados josalas, capitaneados por el príncipe Virudaja, galopaban tras los sakyas. Pero cuando estos se detuvieron súbitamente y se colocaron en fila a la orilla del río, los sorprendidos josalas se vieron obligados a meterse en el agua.
El príncipe Virudaja no tuvo más remedio que ordenar a sus ejércitos que se lanzaran a la corriente.
Se detuvo en la orilla opuesta del río y grito con arrogancia:-Quien es el que se hace llamar Siddharta?-
Preocupados por si algo malo le sucedía a su príncipe, los soldados enmudecieron mientras Siddharta avanzaba hacia el enemigo.
-Desafío a Siddharta a luchar conmigo, si es que se atreve! Si se niega, deberá postrarse ante mi.-grito Virudaja.
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